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Arman. Foto: Lothar Wolleh |
Los miembros de este movimiento
veían el mundo como una imagen de la que ellos tomarían diferentes partes y las
incorporarían aleatoriamente a su obra. Buscaban, de diferentes
maneras, unir lo más posible la vida y el arte. Estos artistas se unieron
sobre la base de su “singularidad colectiva”, es decir, su individualidad en un
marco plural.
A pesar de la diversidad de su
lenguaje plástico, percibían la existencia de una base común para su obra,
siendo éste un método de apropiación directa de la realidad, equivalente, en
términos de Pierre Restany, a: “(…) un reciclado poético de la realidad urbana,
industrial y publicitaria”.
Abogaban por un "regreso a la
realidad”, en franca oposición al lirismo de la pintura abstracta, pero evitando
la tentación de caer en el arte figurativo, al que consideraban o bien pequeño
burgués o su contracara ideológica, el realismo socialista. Se valían
de objetos exteriores para explicar la realidad de su tiempo.
Aplicaron la técnica del décollage (lo
opuesto a los collages), en particular a través del uso de carteles rasgados o
lacerados, una técnica de François Dufrene, Jacques Villeglé, Mimmo Rotella y
Raymond Hains. La intención era presentar sus obras de arte en la ciudad de
París de manera anónima, porque la firma de autor estaba dada por la impronta
de este nuevo arte.
Son contemporáneos del Pop
Art estadounidense, y son una suerte de puente de éste a Francia, por
su uso e ironía de los objetos de consumo producidos en masa, como los
carteles de Villeglé, o los basurales o montañas de escombros de Arman.
El arte se revela de maneras muy
diferentes, y también, frecuentemente, se rebela.
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